ACTO IV
LUCIFER, encadenado
Desde que el amor ha venido al mundo, mi poder ha muerto, Abel, libertado por Caín, había procreado con su hermana.
¡Y yo quiero liberarlos a todos! Aguas, mares, fuentes, ríos, vosotros que habéis apagar la llama de la vida: ¡subid, exterminad!
ACTO V
EL CIELO
Dios y Uriel
URIEL
¡Ay de nosotros! Nuestra alegría ha terminado.
DIOS
¿Qué ha ocurrido?
URIEL
Lucifer ha soplado sobre el agua: ¡está subiendo y liberando a los mortales!
DIOS
¡Lo sé! Pero acabo de salvar a dos de los menos esclarecidos, que nunca sabrán la clave del enigma. Su barca ha tomado tierra en el monte Ararat y han ofrecido holocaustos.
URIEL
Pero Lucifer les ha dado una planta llamada viña, cuyo zumo engendra la estupidez. Una gota de vino, y ven lo que es.
DIOS
¡Insensatos! No saben que yo he dotado a su planta de extrañas virtudes: la locura, el sueño y el olvido. Con ella no sabrán ya lo que sus ojos han visto.
URIEL
¡Ay de nosotros! ¿Qué están haciendo allá abajo los tontos habitantes de la tierra?
DIOS
Construyen una torre y quieren subir al asalto del cielo. ¡Ay! Lucifer les ha enseñado a preguntar. ¡Sea! ¡Heriré sus lenguas de forma que sus preguntas resulten estériles, y de forma que Lucifer sea mudo!
ACTO VI
EL CIELO
Dios y Uriel
URIEL
¡Ay de nosotros! Lucifer les ha enviado a su único hijo, que enseña la verdad a lo hombres.
DIOS
¿Qué dice?
URIEL
Nacido de una virgen, ese hijo pretende haber ido para liberar a los hombres, y con su propia muerte pretende abolir el espanto a la muerte.
DIOS
¿Qué dicen los hombres?
URIEL
Unos dicen que el Hijo es Dios, otros que es el Diablo.
DIOS
¿Qué entienden ellos por el Diablo?
URIEL
¡Lucifer!
DIOS, irritado
Me arrepiento de haber hecho al hombre sobre la tierra; se ha vuelto más fuerte que yo, y ya no sé dirigir esta multitud de locos y de idiotas. Amaimón, Egín, Paimón, Orién, quitadme este peso de encima: ¡arrojad el globo al azar en los abismos! ¡Que la maldición caiga sobre la cabeza de los rebeldes! Al frente del planeta maldito plantad la horca, signo de crimen, castigo y sufrimientos.
Entran Egín y Amaimón
EGÍN
¡Señor! ¡Vuestra voluntad cruel y la palabra pronunciada han producido su efecto! La Tierra se arrebata en su orbe; las montañas se desmoronan, las aguas inundan la tierra; el eje apunta al Norte, al frío, a las tinieblas; la peste y la hambruna asolan las naciones; el amor se ha convertido en odios mortales, la piedad filial en parricidio. Los hombres se creen en los infiernos, y vos, Señor, ¡estáis destronado!
DIOS
¡Socorro! ¡Me arrepiento de haberme arrepentido!
AMAIMÓN
¡Demasiado tarde! ¡Todo sigue su curso desde que habéis desencadenado las fuerzas!...
DIOS
¡Me arrepiento! Deposité chispas de mi alma en unos seres impuros, cuya fornicación me envilece como la esposa mancilla a su esposo mancillando su cuerpo.
EGÍN, a Amaimón
¡El viejo delira!
DIOS
Mi energía se agota cuando se alejan de mí; su iniquidad me alcanza; y me siento atacado por la locura de mi progenitura. ¿Qué he hecho, Eterno? ¡Tened piedad de mí!... Porque ha amado la maldición, que la maldición caiga sobre él; y porque no se ha complacido en la bendición, ¡que la bendición se aleje de él!
EGÍN
¡Qué locura!
DIOS, prosternado
Señor, Eterno, no hay nadie entre los dioses que sea semejante a ti; y tus obras son incomparables. Porque eres grande, y haces cosas maravillosas; ¡y sólo tú eres Dios tú mismo!
AMAIMÓN
¡Locura!
EGÍN
Así va el mundo; ¡cuando los dioses se divierten, los mortales abusan!...
FIN
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